Especial para Listín Diario
La sensación general entre los observadores de la situación del Partido Demócrata, con vistas a las elecciones del año que viene, es que podría ser tarde para que el vicepresidente, Joseph Biden Jr., lance su candidatura con posibilidades de triunfo.
La razón principal de los temores entre partidarios demócratas del gobierno del presidente Obama es que Hillary Clinton, la aspirante puntera en la pre-campaña electoral, está demasiado adelante, como lo demostró en el debate de candidatos el pasado martes.
Biden habría sido imbatible si no existiera la exsenadora y ex primera dama de los Estados Unidos, que con su gentileza, experiencia y una mandarria forrada de terciopelo en la mano derecha, luce la mejor candidata para detener al republicano Donald Trump.
El vicepresidente siempre ha sido la primera opción en los dos partidos, el Republicano y el Demócrata. Esta vez, mirando las elecciones de noviembre del 2016, Biden luce abrumado por la indecisión, que muchos atribuyen a razones familiares.
Hay quienes creen que es muy temprano todavía para que Biden esté repuesto de la muerte de su hijo mayor, Joseph Biden III, quien falleció de cáncer en un hospital de Bethesda, Maryland, el 30 de mayo pasado, cuando preparaba su propia candidatura.
A Biden III, que tenía una carrera espléndida como abogado, se le consideraba una estrella ascendente de la política de su país y al momento de su gravedad estaba preparando su campaña para buscar la gobernación de estado Delaware, a los 46 años.
Biden padre ha sido golpeado muy duro por las tragedias familiares. En 1972 a poco de su elección como senador del estado Delaware (1973-2008), su primera esposa Neilia Hunter murió junto a una hija menor en un accidente de tránsito. Su toma de posesión como senador del estado en 1973 fue una experiencia agri-dulce luego de la tragedia, que lo llevó a dudar de su fe de católico practicante y que necesitó el consuelo constante del entonces obispo de Delaware.
El presidente Obama, quien estaría más cerca de Biden que de la ex secretaria de Estado Clinton, escribió en la ocasión: “Michelle y yo estamos de luto. Beau fue un hombre devoto, profundamente leal, que hizo la diferencia en todas las vidas que tocó”.
No se había visto antes que un presidente se trasladara a la mansión del vicepresidente al lado del observatorio de Washington, D. C., para estar presente como un doliente con la familia. Asistió también de riguroso traje oscuro a su funeral.
La cercanía de Biden con el presidente Obama es una desventaja en el sentido de que se le pegaría el desgaste natural de un gobierno camino a ocho años, que si bien tiene muchos logros, no ha conseguido sacar de su anemia a la economía norteamericana.
El debate
El debate del pasado martes entre los aspirantes demócratas transmitido por CNN, presentó a la señora Clinton como una política con el poder de decisión, el coraje, la dignidad y la gentileza que se podría esperar de la primera mujer presidenta de EE.UU.
Aunque posteriormente al debate hubo opiniones que destacaron la participación del extrovertido senador por Vermont, Bernard (Bernie) Sanders, revolucionario, que algunos llaman socialista, una versión más dura que George McGovern, candidato en 1972.
McGovern con Spiro Agnew como vicepresidente fueron derrotados por Richard Nixon, no obstante la enorme popularidad del candidato demócrata y la capacidad que tuvo de reunir tras de sí lo más granado de Hollywood y las fortunas de los liberales.
En el debate del martes algunos analistas resaltaron lo bien parada que quedó la señora Clinton, cuando el senador Sanders pidió con energía dejar a un lado tanta atención a los emails desde los teléfonos de la ex secretaria de Estado y ver los problemas de los pobres.
El momento reflejado el miércoles en todas las primeras planas de los periódicos norteamericanos y de otras partes del mundo, mostraron a una Hillary sonriente y complacida que agradeció al senador Sanders y le tendió la mano calurosamente.
Para muchos el debate fue un modelo de decencia y dignidad política, sobre todo en comparación con los dos debates en los cuales los republicanos discutieron sus problemas, con el clavo en el zapato que representa para todos el magnate de los casinos, Donald Trump.
El papel de los otros participantes en el debate, el ex gobernador de Maryland, Martin O¥Malley, el senador junior de Virginia, Jim H. Webb y el ex gobernador de Rhode Island, Lincoln Chafee, de 53 años, el más joven de los aspirantes demócratas, fue modesto.
En sus ediciones del pasado miércoles The Wall Street Journal llamó “implacable eficiencia” el desempeño de la señora Clinton, en tanto que US Today, relevó la veteranía y la experiencia de la ex senadora de Nueva York.
Hillay muy adelante
La ex primera dama y ex senadora de Nueva York, esposa del ex presidente Bill Clinton parece hoy muy adelante entre los aspirantes para conseguir el voto de la convención del Partido Demócrata que tendrá lugar a finales de julio del 2016.
Ya se habla de que de ser postulada favorecería a Julián Castro, el gemelo de los hermanos Castro de Nuevo México, que adquirió notoriedad con su discurso en la convención de la reelección de Obama. Castro es ahora secretario de Vivienda. Castro ya la apoyó para sus aspiraciones.
Se dice en los corrillos políticos de Washington, D. C., que el presidente Obama le propuso el puesto de secretario a Castro, quien era el alcalde de Nuevo México, para que se codeara con la alta burocracia, los tejemanejes de la capital e hiciera nombre de nivel nacional.
Fue una forma también de Obama congraciarse con el liderazgo latino, demasiado influyente para ser descuidado luego de darle apoyo en su primera elección y la reelección. Castro es hijo de una mujer humilde nacida en México, que lo llevó junto a su hermano gemelo Julián, a la educación superior.
Si la señora Clinton lograra su nominación y la elección presidencial contra el republicano que finalmente escoja ese partido, y si llevara a Castro, sería el hito de la primera mujer presidente y el primer latino vicepresidente.
Listin Diario.
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