Por: Robert Cabrera
robertpcabrera@hotmail.com
Canca la Piedra, Tamboril; 31 de diciembre de 2017.- Despertar la mañana del último día del año y encontrar la infausta noticia de la muerte de Juan Antonio Cruz, ha sido de mucho impacto para quien escribe, conocedor del valor de este roble que ha caído.
Es imposible evitar las lágrimas que empañan mis ojos, ante la partida de un amigo de dimensiones extraordinarias.
Niño el barbero, conocido por todos, como un hombre salido de la extrema pobreza, que en base a sacrificios empuño la tijera y con ella levantó una familia ejemplar, haciendo de sus hijos excelentes profesionales, que han aportado no solo su trabajo, sino los valores inculcados por su padre, en una sociedad carente de principios.
A pesar de su corto paso por las aulas, ya que debía trabajar y trabajar para superar su situación económica, este pilar tomó el camino de la lectura y adquirió conocimientos que lo hicieron una persona culta, capaz de tratar con profundidad cualquier tema que se le abordara.
Un hombre con el respeto como norte, que al dirigirse a su propia compañera de toda la vida, la trataba de usted.
Visitar a Niño era un episodio interesante, donde siempre aparecía una conversación agradable y llena de sabiduría.
La grandeza de Juan Antonio Cruz estaba en trabajar con orgullo el oficio de toda su vida, sin renegar de él, poniendo empeño en lo que hacía y labrando su futuro y el de su familia.
De sus ojos brotaba el amor que profesaba por su esposa Rafa, como la llamaba, quien hizo de contra parte, para que esta relación y sus frutos hay sean ejemplo digno de la sociedad convulsionada en la que vivimos.
La vida jamás perdonó a Niño que la manejara a su antojo y quiso cobrarle con su tesoro más preciado, su prodigioso cerebro, atacado por el alzheimer, llevándolo paulatinamente a la pérdida de la memoria, hasta finalmente llevarse su cuerpo.
La muerte enamorada no podrá más que cargar con su cuerpo, porque la grandeza de Niño estará latente en cada una de las personas que tuvimos el privilegio de tratarlo.
Dios habrá de tenerte en el lugar digno que te mereces y tu grandeza mitigará el dolor de tu familia y de tus amigos.
Váyase en paz querido amigo, usted hizo la obra.
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