martes, diciembre 08, 2020

Tamboril, un pueblo sin educación cívica.





 Por: Robert Cabrera

robertpcabrera@hotmail.com

Tamboril, Santiago; R.D.- 8 de diciembre de 2020.- Los que conocen al autor de este artículo, no pueden dudar del amor que éste profesa por el pueblo que lo adoptó hace casi 60 años.

Ese sentimiento por su pueblo, hace que la rabia brote de su interior, al ver como los moradores de Tamboril, no cuidan su entorno.

A pesar de los esfuerzos de las autoridades municipales, por mantener limpio el municipio, no bien pasa el camión de la basura o se barren los contenes y al rato aparecen botellas plásticas, vasos, platos desechables y hasta fundas de basura tiradas por doquier.

Cuando algún ciudadano coloca un zafacón en el frente de su casa, los vecinos del lugar lo convierten en un vertedero.

Es lamentable tener que hablar así del pueblo en el que vivimos, pero es una realidad que nos está dando en la cara.

La esperanza de ver un pueblo limpio y organizado, se torna cada vez más lejana, ante una juventud que solo está pendiente de las cherchas, las Hookas, los Vapers y los reguetones con sus letras llenas de obscenidades, que colocan en las esquinas a todo volumen, sin respetar a las personas mayores, los enfermos, estudiantes que deben prepararse para presentar sus tareas y los niños recién nacidos que enferman ante la estridencia de lo que ellos llaman música.

Como ejemplo de lo que pasa en este pueblo, mostramos en las fotos colocadas en este artículo, cómo está la basura tirada en la boca del puente de la Cacata, pese a que el pasado sábado, se realizó un operativo de limpieza en la zona.

Así no se puede seguir. Es una obligación de las autoridades la recogida de la basura, pero es un deber ciudadano, colocarla correctamente en fundas y sacarla los días asignados a esos fines.

Sentimos vergüenza de Tamboril, cuando visitamos otros pueblos y vemos como los moradores cuidan su entorno, mientras que aquí, embarran todo, para luego reclamar a las autoridades limpieza.

Tomemos conciencia, a fin de que tengamos el Tamboril limpio que siempre hemos anhelado.

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