jueves, febrero 11, 2021

A doce años de la tragedia, recuerdan a 28 moradores de Carlos Díaz, fallecidos sin ver su nueva vivienda.

 











Por: Robert Cabrera

robertpcabrera@hotmail.com

Tamboril, Santiago; R.D.- 11 de febrero de 2021.- El 9 de febrero del año 2009, será recordado siempre como el día en que la comunidad de Carlos Díaz desapareció del mapa de República Dominicana.

Pujante, fresca y progresista, Carlos Díaz vivió su última noche hace 12 años, cuando un alud, sepultó el poblado ubicado en la Cordillera Septentrional, a unos 10 kilómetros del centro de Tamboril.

A pesar de la devastación, los habitantes del lugar lograron salir ilesos, ya que estaban advertidos del posible desastre, que se atribuye al manejo inadecuado de una mina de material de base para la construcción, pudiendo abandonar el lugar con los primeros indicios de que la hora del final estaba por llegar.

402 familias, perdieron sus viviendas y lo peor de todo, su identidad. Estos hombres y mujeres laboriosos, jamás tomarían un café al levantarse, entre la neblina y el clima fresco que disfrutaron durante toda sus vidas.

Ubicados en un refugio improvisado, no fue hasta más de un año después, que estas familias fueron reubicadas en apartamentos construidos por el gobierno presidido por el Dr. Leonel Fernández, en la comunidad de Canca, con el nombre de Villa Progreso.

Pero algo que pocos conocen es que, a pesar de que no hubo bajas inmediatas, fruto del desastre ocurrido, la secuela dejada en personas de avanzada edad y con problemas de salud, hizo que perecieron a la espera de su nueva vivienda.

El comunitario José María Cruz Luna, recuerda en su cuenta de Facebook, las 28 personas que fallecieron sin ver sus nuevas viviendas, fruto de la depresión provocada por la pérdida de sus hogares de siempre.

Carlos Díaz era una comunidad ubicada en la Cordillera Septentrional, bajo el nombre de Seboruco que en el año de 1946, fue bautizada por el ayuntamiento de Tamboril con el nombre de Carlos Díaz, a solicitud del Maestro Alfonzo, en honor a un hacendado ganadero, que se destacó en la comunidad, por ser una persona solidaria, capaz de desprenderse de su comida, para alimentar al vecino.

Los trabajadores del señor Carlos Díaz, se asentaron en el lugar, formando una gran comunidad, que se recuerda por la cantidad de maestros, artistas, agricultores y profesionales, salidos de la misma. 

A pesar de haber sido declarada Zona Protegida y prohibirse la construcción de viviendas en el lugar, hoy muchas casas se han construido por personas que buscan disfrutar de la naturaleza en ese paradisíaco punto de la montaña.

Cientos de personas se trasladan los fines de semana, para disfrutar de un buen baño en las frías aguas del Caño, un conjunto de piscinas que se abastecen del agua que brota del seno mismo de la cordillera.

Hoy recordamos a Carlos Díaz y rendimos tributo a los miembros de su población que ya se han marchado a otro plano.

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