domingo, febrero 28, 2021

A Plutarco le dieron "un caramelo envenenado".

 



Por: Robert Cabrera

robertpcabrera@hotmail.com

Santiago; R.D.- 28 de febrero de 2021.- El doctor Plutarco Arias es un reputado médico, con treinta y cinco años de ejercicio en su especialidad de neumología, con su consultorio en la clínica Unión Médica del norte, de la cual es accionista.

Oriundo de una comunidad rural del municipio de Licey, Arias es miembro de una familia que nació humilde y que ha logrado superar la pobreza a base de trabajo honesto en la medicina, el comercio y la agricultura.

Este profesional de la medicina, es reconocido, no solo por su preparación, sino por ser una persona desprendida, que saca de sus bolcillos, el dinero que necesitan sus pacientes de bajos ingresos para trasladarse a su consulta, tal y como expusiera su hija Emely Arias, en un documento publicado en las redes sociales.

Militante activo en el Partido Revolucionario Dominicano, pasa a formar parte del Partido Revolucionario Moderno a raíz de la división del primero, cuya militancia se agrupa en la nueva organización política fundada por Hipólito Mejía y Luis Abinader con la bendición del padre de éste último, el fenecido exsenador José Rafael Abinader, quien traspasa su pequeño partido para dar legitimidad, al que llevaría al poder al hoy presidente de la República.

A raíz del triunfo de Luis Abinader y el PRM, discutimos con parientes cercanos acerca de quién ocuparía el ministerio de salud pública y asistencia social. Yo apostaba a Feris Iglesias, proveniente de una poderosa familia del este de la República, con quien habría un compromiso en caso de que el proyecto Abinader alcanzara el poder, mientras que  nuestros parientes aseguraban que sería Plutarco Arias, por su trabajo político desde el movimiento que fundó hace años, denominado "El grupo de los cien".

Terminó siendo Plutarco a quien escogió el presidente para ocupar el ministerio por lo que nuestra teoría habría perdido la apuesta.

El nuevo ministro, entregado en cuerpo y alma a su labor, comienza a ser maltratado por sus compañeros, cuando se forma "El Gabinete de Salud", a propósito de la pandemia del Covid-19 y sorpresivamente, se nombra al frente del mismo a la vicepresidente de la República Raquel Peña, quien no es médico, obviando al ministro, que se deduce debió dirigir el gabinete.

Plutarco es relevado a un segundo plano, a pesar de todos sus esfuerzos para combatir la pandemia. Sus declaraciones públicas, se contradicen con las del gabinete y de repente aparece la supuesta compra de veinticinco millones de jeringuillas a veinticinco pesos cada una, cuando su precio en el mercado anda por los dos a cuatro pesos.

Al destaparse esta caja de pandoras, se hace de conocimiento público que no se ha tratado de una compra, sino de una licitación, en la que una oferta más económica podría descartar la sobrevaluada propuesta.

Ante esa situación, el exministro declara que han hecho una tormenta del asunto y retiran la licitación que originó el escándalo.

Es ahí donde el doctor Plutarco Arias, prueba del caramelo envenenado, puesto que si se trata de una licitación, que cumple con los requisitos legales, no hay razón para retirarla.

Lo cierto es que el 26 de febrero, un día antes de la rendición de cuentas por parte del presidente Abinader, se emite un decreto dejando sin efecto la designación de Plutarco Arias como ministro de Salud pública, el mismo día en que se anuncia una aumento sustancial en los precios de los combustibles.

No se hizo esperar la reacción del destituido ministro, quien emite un documento en el que denuncia una ola de corrupción por parte de grupos que quieren quedarse con el presupuesto del ministerio.

Dada la buena trayectoria del doctor Arias, como profesional y ciudadano decente, no se han hecho esperar las reacciones de apoyo, como nunca antes se había visto, ante lo que quienes le conocen, consideran un brutal atropello, a una persona que simboliza la honradez.

Sorprende a todos, que en el discurso de rendición de cuentas del presidente, el ministerio que se destaca como el de mejor ejecuciones, es precisamente el que dirigía Plutarco, por lo que su destitución no parece haber tenido sentido.

Pero, Oh sorpresa! La noche del 27 de febrero, se anuncia la designación del nuevo ministro. ¿Saben de quien se trata? Pues nada más y nada menos de Jesús Feris Iglesias, el potentado  del este al que había que pagar por sus favores a la campaña y a quien no se podía rechazar por complacer al pobre médico de un campito de Licey.

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