lunes, abril 05, 2021

De centro educativo a “barrio” super poblado: la historia de “la escuela de los desalojados”






Laura Castillo
Santo Domingo, RD


Tres edificaciones escolares que deberían estar pintadas de amarillo con azul para que se denote que es un plantel educativo, hoy es una vecindad que alberga a cientos de personas que fueron desalojadas sorpresivamente de las humildes viviendas que ocupaban.

Faltaban horas para el amanecer de aquel día 6 de marzo cuando un contingente de hombres rodeó el barrio bautizado con el nombre del productor de televisión Freddy Beras Goico, en el sector Los Alcarrizos, para desalojar a los residentes sin previo aviso alegando que son “terrenos de propiedad privada”.

“Como ladrones en la noche”, luego de expandirse por todo el barrio y organizarse de forma estratégica para militarizar la zona, el grupo de hombres esperó que sean aproximadamente las 5:30 de la madrugada para entrar con grandes maquinarias a derrumbar las casas de todo el que allí vivía, según testifican los residentes.

“Nos deshicieron la vida, eso fue horrible”, narró Lucrecia Paredes al recordar aquella madrugada cuando el ruido de las palas mecánicas la despertó y se levantó despavorida.


En un abrir y cerrar de ojos recuerda que de inmediato procedieron a derrumbar todo sin dar explicaciones. Todos sus vecinos salieron “a salvar por lo menos su vida” que estaban en peligro ante las maquinarias.

Paredes se refugia en una de las 24 aulas que tiene el centro educativo “Unión Tamarindo”. Su nombre se debe a que está ubicada en medio de los sectores Unión y Tamarindo.

Esta escuela solo tiene la infraestructura levantada y luce una base de color blanco desgastado y sucio. No tiene puertas ni ventanas. Mucho menos baños instalados. Tampoco agua ni electricidad.

En una esquina de las cuatro paredes donde tiene acomodado los pocos ajuares que pudo salvaguardar tiene un secador de pelo deteriorado, cepillos de peinar y sobre una pequeña mesa en mal estado un espejo y algunas pinzas que utilizaba para ganarse la vida como estilista en el barrio de donde fueron echados “injustamente”. Esta última palabra es la que utiliza la señora para resumir la acción improvisada en la que fueron desalojados.

Ahora solo le queda de recuerdo su letrero rosado que cita “Salón de Belleza Luz” con una imagen de productos para el cabello impregnada en el vinil junto a una foto de ella.

En toda la explanada que es usada como patio decenas de niños de diferentes edades corretean por sus alrededores como si fuese recreo.

Invadidos por la inocencia y descalzos juegan con una sonrisa en su rostro, sin hacer caso a su ropa rota y sucia. Al mismo tiempo bromean tener una piscina refiriéndose a un estanque cubierto de agua con lama que hay en el patio del plantel.

El orificio está rodeado de montañas de tierras aparentemente producto de una excavación donde los filmes de estas son los suficientemente altos para subir a volar una cometa y también para deslizarse como si fuesen un tobogán.

Ambas acciones son las más frecuentes por los niños para divertirse sin mediar el peligro que les representa.

Ya se cumplirá un mes del desalojo y los afectados no le han quedado más opción que acomodarse en toda la extensión de la escuela donde tienen un basurero improvisado justo en medio de dos de los tres planteles.

En cada aula viven mínimo 5 personas por familia mientras que en los baños permanecen las familias más pequeñas, por ejemplo, algunas parejas.

Duermen hacinados en colchones desgastados tirados en el piso y con mosquiteros que parecen redes de pescar. El aula les funge como cocina, habitación y hasta sala.

Aunque no tengan los electrodomésticos que los caracterizan han optados por dividir los espacios para imaginar que tienen “privacidad”. Las puertas y ventanas la han cubierto con retazos de madera y hojas de metal que han ido rebuscando dentro del desastre.

Como si se tratara de una “guerra” ese día entraron por la circunvalación “como 100 mil hombres”, relató Martha Abreu de manera exagerada e impresionada, quién es hipertensa y ese día le subió la presión al ver la “invasión” de manera repentina de las que fueron víctimas.

El presidente de la Junta de Vecinos, Manuel R. Trinidad, expresó a LISTIN DIARIO que el supuesto dueño de los terrenos es identificado como Alex Caba hijo, de una señora llamada Elsa Milagro que tiene el poder de los terrenos, según explicó.

Los desalojados tenían aproximadamente 17 años viviendo en el sector luego de comprarles las hectáreas a otras personas. Otros tenían más tiempo residiendo en el lugar, según contó.

“Esa señora parece que se fue a Estados Unidos a vivir dejando todo abandonado y personas desaprensivas e invasores tomaron los terrenos, comenzaron a vender y nosotros compramos”, detalló Trinidad al asegurar tener los papeles del terreno que compró hace más de 10 años.

“Ahora que estoy en mi gobierno voy a acabar con medio mundo. Voy a tomar todos mis terrenos”, dijo Trinidad repitiendo el señalamiento que según él hacia Alex Caba, supuesto dueño de los terrenos.

Según sus declaraciones, un abogado correspondiente al Estado de nombre “Plantión” firmó un desalojo que estaba en proceso en 2016 pero no fue hasta este 2021 que se dio por hecho la expulsión de los moradores.

El grupo de hombres que procedieron al desalojo estuvo dirigido por el coronel “Grullón” quien les ordenaba de manera autoritaria al contingente que “haga su trabajo” cuando este les pasaba por el lado al momento de supervisar.

Supuestamente al menos 389 hogares fueron destruidos dejando a la intemperie aproximadamente a mil familias.

De estos más de cien viven en la escuela mientras que los demás se fueron a casa de sus familiares, testificaron los moradores de la “escuela de los desalojados” como le conocen en todo el entorno.

La estructura tiene al menos 5 o 6 años en construcción pero todavía no está concluida, por tal razón fue la “opción perfecta” para vivir allí con la esperanza de que el Estado dominicano los reubique.

Todos hacen sus necesidades fisiológicas en baños móviles que fueron donados por el síndico de esa demarcación, Cristian Encarnación, pero ya estos están llenos debido a la gran demanda de personas.

Para poder bañarse se ingeniaron poner un tubo y una manguera que se pierde a lo largo de su origen. Ahí se bañan con ropa en “grupitos” para evitar ser vistos desnudos.

Todos los que allí viven temporalmente lo hacen aterrorizados y los niños por la noche se despiertan con pesadillas debido al trauma que les ha quedado por la forma brusca en la que fueron levantados y desalojados del barrio aquella madrugada.

Cuando duermen no descansan por miedo a ser atacados por delincuentes ya que apenas una plancha de zinc es lo que cubre la claridad y el sol en horas del día.

Lo que pueda pasar por las noches es incierto en las oscuras tinieblas que arropan los alrededores de la renombrada “escuela de los desalojados”.

Listin Diario.

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