Razonando
Por Alejandro Espinal
Alejandro Espinal
Un acontecimiento histórico en Tamboril
En su 52 Aniversario
4-a
El espíritu de solidaridad, la cooperación y la defensa de su dignidad, son rasgos marcados en la vida de los moradores de Tamboril, por eso causó tanta indignación y dolor la agresión de Polanco Hernández al Señor Eulogio Antonio Durán (Yoyo), músico y sastre del pueblo. Para los que le conocieron era «un alma de Dios», amable y respetuoso con todo el mundo.
El oficial bravucón, con apenas tres días de llegar a la Villa de los Samanes, como también es conocido Tamboril, fue a poner todo de abajo para arriba o viceversa, como a darle vuelta a una tambora, desatando una tenaz persecución contra jóvenes y adultos, aquellos que no comulgaban con el gobierno del presidente Joaquín Balaguer.
En una de esas persecuciones es que agrede a Yoyo Durán, provocando que los obreros de las fábricas de cigarros llamaran a un paro general de labores el lunes 20 de abril, con carácter indefinido.
Ese día hubo varios encontronazos con la policía y los jóvenes de la llamada Zona Rebelde.
El martes 22 se unieron los choferes del concho de la ruta Tamboril-Santiago, así como los demás sectores productivos de la comunidad.
Todas las escuelas fueron cerradas.
Para el miércoles 23, había aumentado el patrullaje policial y los convocantes de la huelga arreciaban las protestas. Sin embargo, se produjo el primer encuentro entre los demandantes y las autoridades, reuniéndose en la otrora fábrica de Cigarros La V de la Victoria.
El coronel de la policía, Eligio Bisonó Jackson, jefe de la institución del orden en Santiago, se negó en todo momento al traslado de su subalterno Polanco Hernández, alegando que sólo tenía 4 días y no lo iba a remover, momento que aprovechó uno los huelguistas de nombre José Collado (Papalulo), para decirle al alto oficial «Aquí en Tamboril nos gobierna hasta un alcalde pedáneo, pero no ese «perro» que usted tiene ahí».
Los aplausos coparon el enorme salón de reunión, provocando que el coronel rompiera la reunión, diciendo entre dientes que se lo tendrían que fumar. Como resultado, se endurecieron las posiciones de los huelguitas, con la consigna, «Que se vaya el Teniente Polanco».
El jueves 23 siguieron las tensiones entre policías y manifestantes. Ese día se produjo el mayor acto de solidaridad en apoyo a una causa: Un grupo de personas de la comunidad de Canca la Piedra, perteneciente al municipio, encabezado por un joven conocido como Chiquitín, llegó a la cabeza del puente con diferentes alimentos, entre ellos, plátanos, yuca, batata y arroz.
Fue un gesto inolvidable que a parte de alimentar a muchos, subió la moral de los huelguistas para seguir luchando hasta la victoria.
A la llegada del fin de semana, los ánimos de ambos lados estaban más calmados.
El coronel Bisonó Jackson había sido removido del puesto, mientras tanto en Tamboril, el teniente Polanco, seguía igualito.
El domingo 26 fue pacífico con la excepción de un pequeño incidente con una guagua del Partido Reformista, que promovía la reelección del doctor Balaguer.
Llegada la noche todo estaba en calma hasta que un grupo no menor de 15 personas, reunido cerca de la empresa Estrella, se movilizó pidiendo una vez más la salida de Polanco Hernández.
Como por arte de magia, apareció un vehículo de la policía en son de amistad, expresándole al grupo que ya en Tamboril, había un nuevo comandante.
Desde ese momento se rompió la noche, las casas se abrieron y las calles se llenaron de gente. Los carros y todo tipo de vehículos marcharon en caravana por las calles del municipio.
Muchos fueron al parque Trina de Moya, frente al cuartel policial, para conocer el nuevo incumben te que había llegado, apodado Guandulito, que tampoco era un maíz.
El lunes 27 fue de regocijo y la gente volvió a su trabajo.
Al día siguiente, el periódico El Nacional, en la edición del martes 28, publicó la caricatura que ilustra este trabajo, y que es más elocuente que la palabra.
Mañana concluiremos con otros apuntes importantes.
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