jueves, enero 08, 2015
Hipólito propone articular una mayoría que impida que el PLD siga después del 2016
Garantizó que respetará derecho a elegir y ser elegido en la convención del PRM
Discurso Completo
Pueblo dominicano:
El inicio de un nuevo año nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre
nuestras vidas a nivel personal y, sobre todo, en lo que respecta a nuestro
futuro como nación.
Es a partir de esa reflexión que he ponderado algunos temas que considero
relevantes para nuestra patria.
En los últimos meses, he recorrido palmo a palmo el país. He conversado
con la gente, escuchando con atención sus quejas, temores e inquietudes.
De manera particular, he recorrido nuestros campos y he sentido de cerca la
necesidad de nuestros productores agrícolas de tener acceso a las nuevas
tecnologías, enfatizando en la investigación, la extensión y la capacitación,
para fortalecer la base alimentaria del pueblo dominicano y exportar para
generar divisas.
He visto el enorme deseo que tiene nuestra gente de progresar, y su
compromiso con un mejor destino. Un destino que, estoy seguro, podemos
construir entre todos.
Estoy convencido de que la mayoría de nuestra población necesita y quiere
vivir en un país mejor.
Un país que nos ofrezca la oportunidad de alcanzar una vida digna en base al
trabajo decente y honrado.
Un país donde las mujeres y los jóvenes reciban el apoyo necesario para
desarrollar sus capacidades en un marco de equidad y respeto.
Un país que cuide a cada niño o niña con amor y le ofrezca la protección y el
apoyo necesario para el desarrollo de sus potencialidades.
Un país donde los envejecientes sean protegidos y valorados con gratitud.Un país donde la cultura, la recreación y los deportes sean espacios de
encuentro, creatividad y esparcimiento para todos los sectores.
Un país solidario donde se enfrente la pobreza y la desigualdad, y en el cual
se trabaje por el bienestar de todos.
Un país donde las personas con cualquier tipo de discapacidad encuentren
las puertas abiertas para su inclusión a la vida productiva y social.
Un país donde el Estado de Derecho, la independencia y rectitud de la
Justicia y el respeto a las instituciones, prevalezcan por encima de los
intereses particulares de quienes detenten el poder.
Un país con instituciones y autoridades transparentes, que rindan cuenta y
combatan la impunidad, sin dejar de sancionar todo tipo de corrupción.
Un país donde el crecimiento económico y la creación de riquezas vayan
junto al desarrollo humano, la equidad y el bienestar social.
Un país donde los sectores productivos reciban el apoyo que necesitan para
ser competitivos y crear empleos, a fin de que nuestros jóvenes y mujeres
tengan la oportunidad de obtener un trabajo digno y decente.
Un país donde los ciudadanos se sientan seguros y protegidos de la amenaza
que causan la delincuencia y el crimen.
Un país donde la gente no sea golpeada constantemente por el incremento
del costo de la vida.
Un país donde tengamos la cobertura de los servicios de salud necesarios
para que una enfermedad catastrófica no se convierta en una sentencia de
muerte, especialmente para las familias de escasos recursos.Un país donde se garantice la continuación de los esfuerzos que se han
hecho para impulsar la educación, enfatizando, a partir de ahora, la
educación para el trabajo, la educación para el desarrollo de la nación y
satisfacer la demanda de recursos humanos que tienen los sectores
productivos.
Un país que recupere su prestigio en el escenario internacional, mediante la
eficiencia de su función diplomática y consular, sin dispendio ni favoritismo.
El diálogo con la gente me ha convencido de que la sociedad dominicana
quiere que el gobierno que conduzca la nación a partir de agosto del año
2016, esté en manos responsables, honestas y solidarias que enfrenten con
determinación los problemas estructurales del país.
En ese diálogo, también he percibido el temor de que en el año 2016
nuestro país vuelva a caer en las mismas manos de quienes lo saquearon en
beneficio propio.
Fueron precisamente esas manos arrogantes e indolentes, distanciadas de
los valores y principios morales que nos legaron los fundadores de la
dominicanidad, las que abrieron la compuerta a la corrupción que hoy nos
arropa y desangra como sociedad.
Esas mismas manos turbias fueron las que, irresponsablemente, privatizaron
las empresas públicas.
Al cerrar esas empresas, que generaban miles de empleos, no sólo dieron
una bofetada a la dignidad nacional, sino que también aumentaron la
pobreza y dejaron desamparadas a miles de familias. Los justos reclamos de
los trabajadores de los ingenios azucareros, son un dedo acusador contra
ese crimen de lesa patria.Una consecuencia irritante de esa negación de valores es el surgimiento de
una casta de funcionarios, quienes no pueden explicar el origen de la
fortuna que exhiben de manera desvergonzada y altanera.
Para impedir que esos corruptos ilustrados retomen el poder, debemos
aprovechar la oportunidad que nos brindan las próximas elecciones.
Señoras y señores:
Nosotros, que amamos esta tierra, tenemos el deber imperativo de unirnos,
para construir una nación donde nuestra gente viva mejor.
Para erradicar la delincuencia, la corrupción y la pobreza tenemos que ganar
las elecciones del año 2016, a nivel presidencial, congresual y municipal.
Para eso es necesario articular una mayoría con la participación de los
sectores políticos, empresariales, religiosos, sociales, sindicales y populares,
así como la de los ciudadanos independientes, comprometidos con el
bienestar nacional.
La unidad de todos los sectores del país es necesaria y urgente. No se trata
de un desafío de una candidatura presidencial, ni de un problema exclusivo
de un partido político.
Por eso, hago un llamado a la sociedad, a los partidos políticos, a los
empresarios y profesionales, a ponernos de acuerdo para sacar al país de la
encrucijada a la que ha sido llevado.
Debemos integrar una boleta electoral que reserve un lugar especial a los
mejores hombres, mujeres y jóvenes, representativos de esos sectores.
Estoy seguro de que así vamos a ganar la Presidencia de la República, la
mayoría en el Congreso y la mayoría de las alcaldías municipales.
Señoras y señores:El país sufre una grave crisis moral.
Parecería que mucha gente ha llegado a la conclusión de que hacer las cosas
bien no tiene méritos, que no vale la pena para nada.
La corrupción no muestra límites.
Jamás en nuestra historia la corrupción alcanzó un nivel de impunidad tan
alto.
Eso constituye una seria amenaza para nuestra democracia y para la paz
social.
Nuestras instituciones están secuestradas.
El control que tiene un sector del PLD sobre los poderes públicos, desconoce
el sentido de pluralidad y equilibrio que debe caracterizar una genuina
democracia.
En ese escenario, tengo el deber de aportar lo mejor de mí, poner toda mi
capacidad de trabajo y mi experiencia, para contribuir, con la firmeza y
decisión que me caracterizan, a poner en práctica una agenda consensuada
que haga realidad el país que la gente quiere.
Una agenda inspirada en los ideales de justicia y patriotismo del fundador de
la República, Juan Pablo Duarte, cuyo natalicio conmemoramos este 26 de
enero.
Al igual que Duarte, estoy convencido de que los municipios son la unidad
territorial desde la cual se debe gestar el desarrollo integral del país.
He propugnado y lo seguiré haciendo, por la descentralización
administrativa mediante el fortalecimiento de los gobiernos municipales y la
distribución equitativa de la inversión pública para que los beneficios del
desarrollo alcance a todas las provincias.Comprometido con la tarea de hacer un gobierno con todos y para todos,
quiero anunciar con claridad, que participaré en la convención para elegir el
candidato a la Presidencia de la República por el Partido Revolucionario
Moderno.
Como es mi costumbre, estaré siempre apegado a la búsqueda de la unidad,
al respeto de los principios democráticos y al espíritu de compañerismo.
Defenderé el derecho a elegir y ser elegido que tienen todos los compañeros
y compañeras a participar en una convención libre y democrática.
La situación del país es, sin lugar a dudas, demasiado grave para cruzarme
de brazos.
En lo más íntimo de mi ser tengo arraigado el deseo de dejar un legado a mi
país, del cual mi familia y mis conciudadanos puedan sentirse orgullosos,
hoy y en el futuro.
Dominicanos y dominicanas: ratifico ante ustedes mi fe, mi optimismo, mi
creencia profunda en el país, y mi compromiso con la búsqueda del bien
común que nos legaron nuestros líderes ya idos.
Ahí está la fuente de nuestra inspiración, sin distinción de partidos o de
colores políticos, para hacer que la sociedad se levante, airosa y llena de fe
en el porvenir.
Que Dios nos bendiga e ilumine a todos y a todas.
Muchas gracias.
Diario Libre
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